17 de marzo de 2011

Buseteros

—Ay vida mía, después de los cuarenta y cinco las cosas no son iguales.

—Pero ¿Por qué siempre te pones a hablar de eso? ¿Acaso yo no te importo? ¿No te das cuenta que a mí no me importa?

Hacía frío aquella mañana de abril, había neblina y el smoke de los carros se colaba por la puerta de aquella cafetería del centro. Atrás las meseras cuchicheaban.

—Viejo verde! Si es que apenas es una niña

—Ay Marcelita, el amor rompe cualquier prejuicio

—Pero no ve que se le está tirando la juventud!

—Bueno más bien vaya a atenderlos

La mesera se acerca por la izquierda de la mesa, lleva puesto un delantal Beige gastado por el uso. Usa una redecilla negra en el pelo, su maquillaje muy marcado le da el aspecto de alguien que quiere remarcar sus facciones, (bastante masculinas).

—¿Qué van a pedir?

El hombre que tiene aspecto de una persona que no se afeita hace un año. De unos cuarenta y tantos años. Responde pausadamente con otra pregunta: —¿Tiene café?

—No, hay chocolate… aromática….

—un chocolate para mi, ¿tú qué quieres?

—Yo, una aromática.

—Algo más?

—No gracias —responden ambos al unisonó.

La mujer se va con su habitual forma de caminar, apresurada y un poco chueca.

—No sé que es lo que pasa, amor. No sé si son esos buseteros hijueputas, o la incultura de la gente. Estoy hasta aquí—se señala con un dedo la frente — de tener que aguantármelos, imagínate esta mañana, yo siendo lo más cívico del mundo, le dejo el puesto a una viejita que venía de pie, y en ese momento el busetero hace chirriar esos neumáticos y se me viene esa vieja encima!.

Entra a el lugar una mujer alta, esbelta, parece azafata, sus ojos intensos dejan rápidamente una, estela de misterio.

— ¿Y?

—Y pues nada me fue echando la madre como si yo tuviera la culpa de toda la injusticia del mundo.

—Uy! Sí, eso es verdad, es que la gente no respeta. No te imaginas lo que le paso a Sandra, ¿te acuerdas de Sandra? Bueno, pues mira que el otro día se sube a un Transmilenio, y eso que se supone debe ser más decente que los buces, y nada pues estaba ahí parada cuando un tipo se le para al lado y le coje el culo. ¿Qué tal el insolente?

—Si! ¿te acuerdas de Armando?

—¿Ese que se parece a Juan Carlos, el de sociología?

—No, ese no tiene gato.

— ¿Y eso importa?

—Claro,  no vez que según una encuesta que leí, la gente con gato, tiende a tener un aspecto ermitaño, como esos vagos que viven mucho tiempo con gatos. Y Juan Carlos es el tipo mas activo que conozco y pues aparte ese tiene perro.

Se rompe un plato y alguien maldice. La cafetería se queda en silencio se acercan dos empleadas para ver que ocurre, Marcelita, todavía en shock mira lo que ha hecho con conmoción, tiene miedo, tal vez este sea el ultimo día que trabaja en esta cafetería, y Julianita, que va a ser de su hijita, como va a poder darle de comer, aparte acaba de sacar su primera tarjeta de crédito, y la lavadora nueva no se podría terminar de pagar. O pobre de su destino en este mundo de la tecnología y de la utopía hecha realidad.

De la felicidad al alcance de un billete; en todo esto y mucho mas pensaba la pobre mesera mientras corría desesperadamente por el trapero.

—A veces creo que la gente no se da cuenta de que su vida no vale nada ¿sabes? —Ella Lo mira, tiene ojos claros, dulces, cálidos,  pero no inocentes, hay cierta tristeza en el modo en que observa tristeza de los años, del viento, de este mundo imbécil que la aplasta con el lento andar de una aplanadora.

—ehhh…no —dice él distraído piensa en clara su madre, no le quedan mas de dos años. —Es que si no sabes todo el mundo tiene cosas que hacer, tienen sus propias vidas, algunas productivas y otras no tanto, pero seguramente muy valiosas, ¿Acaso hay algo mas valioso que la vida inteligente?

—¿Pero de qué inteligencia hablas?, Acaso son inteligentes unos simios idiotas obsesionados con destruir el planeta!

—De hecho los simios son inteligentes, se ha demostrado que son capaces de comprender cierta cantidad de símbolos y de desarrollar un lenguaje básico, y ese es el principio de la comunicación. Pero si de comunicación hablamos podemos ver que los avances dentro de poco nos podrán comunicar con extraterrestres.

—Pero claro no vez que los extraterrestres ya están aquí, tienen comunicación directa con el Papa, pero son demasiado reservados para hacerse conocer por los humanos. Mi tía Clara, te acuerdas de clara, la vidente. 
Ella dice que de aquí al 2012, antes de que pase lo de los mayas, ¿te acuerdas que te conté?, bueno antes de eso todos los presidentes van a tener que admitir que tienen una reserva de naves alienígenas guardadas en su garaje… ay! Pobres animalitos, como los han de diseccionado.

—Es que por ejemplo los delfines son la segunda especie mas inteligente del planeta…Se comunican con ondas de infrasonido…y cuanto te apuesto a que el lenguaje de ellos es casi tan completo como el de nosotros—dice Antonio

—Pero Antonio si es que las pruebas son obvias, con que solo metas la palabra Ovni en cualquier buscador de Internet, te sale cualquier cantidad de información con pruebas fehacientes, con videos, documentales incluso científicos hablando.
— Ay! Por favor, si esos tipos de Greenpeace son unos usureros, gastan nuestro dinero en ridículos realitys shows, como si en verdad hicieran algo por salvar el planeta.

— ¿Qué? Internet, ¡¿pero acaso yo no soy respetable?!… ¡YO PUBLICO ARTICULOS EN INTERNET!, ¡INTERNET ES MI VIDA!

—Mira no empecemos ¿está bien?, tu sabes en que termina todo esto, lo único que te estoy diciendo es que la alacena de mi madre alcanza para llenar mas pansas que Greenpeace.

—Acaso ¿Qué es esto?—mira alrededor lentamente, hace una pausa—Guevon!! ¿Qué van a pensar ellos? ¿ah? ¡Dime!—se paran al tiempo la cafetería está hecha un alboroto,— HGJ!JAGS D GKH@!@!!!!!—Grita él desesperado, una gota de sudor se desliza por su frente, la ira explota en cada poro de su piel, el rojo vivo haciende como magma por su garganta, casi parece que va a botar espuma por la boca.

—DHJGSFG!!!”@KASDFH!MALDITOHIJODE@ASDJKJHGASDS!—Le responde no igual de calmada ella, sus cabellos se ponen de punta, se jura a sí misma no volver a verlo nunca más.

Todo el resto de la cafetería está en orden, todos hablan tranquilamente de temas al azar, Mauro Rodriguez es nuevo aquí y no falta mucho para el receso.

Son las diez y veinticinco…el clima es fresco y por fin hace sol en la ciudad de Bogotá. 

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